viernes, septiembre 18, 2009

Usted disculpe.

En alguna entrada anterior de este blog, abordé brevemente las frases que se rotulan dentro del transporte público. En el mismo texto comentaba en broma que valdría la pena tener una sala en el Museo Nacional de Antropología que reuniera todas las frases nacionales que mejor definen la mexicanidad, y que, a ojo de buen cubero, ocuparían tanto espacio como la sala Maya o Azteca.

“El rincón de las frases célebres” (así bautizaría yo al conjunto de salas), podría ordenarse a partir de un criterio temporal, o mejor aún, de acuerdo a una organización de género o circunstancia, a saber: “Frases míticas”: La patria es primero; La pobreza es un mito genial; “Frases inútiles”: Va mi espada en prenda; Sí se puede; “Frases indiscutibles”: Ya nos saquearon. Ni los veo ni los oigo.

La museografía podría reunir pinturas, grabados o fotografías de los creadores de las frases, así como bustos o estatuas de cuerpo entero con una interpretación libre de la postura y semblante del compositor al momento de articular la mente y la lengua, y, con un moderno sistema de realidad virtual, atestiguar momentos cumbres como el del general Anaya recitando la Frase del Perdedor por excelencia: “Si hubiera parque ustedes no estarían aquí”, al inmortal Cuauhtémoc diciendo “¿Acaso estoy yo en un lecho de rosas?”, y al insuperable Guillermo Prieto con su celebérrima “Los valientes no asesinan”. Valdría la pena que las nuevas generaciones atestiguaran la rabieta de José López Portillo al declarar y manotear en su último informe de gobierno, frente al Congreso de la Unión: “No vengo aquí a vender paraísos perdidos, ni a buscar indulgencias históricas” (http://www.youtube.com/watch?v=Cgk-XwvEcU8).

La frase que más me gusta, pues define el respeto mexicano por el cabal cumplimiento de la ley es “Usted disculpe” que se aplica a aquellos pobres diablos que sin deberla ni temerla, fueron puestos en chirona sin más méritos que los de haber estado en el sitio equivocado en el momento equivocado, la mala hora. Como la frase ha sido aplicada en miles de casos a lo largo de los años será necesario que dentro de la gran sala de las frases se erija un monumento a los no-culpables anónimos, del mismo modo en que se rinde homenaje al soldado desconocido en Rusia o Francia, aunque la heroína de esta categoría bien podría tratarse de Jacinta Francisco Marcial, acusada de secuestrar a seis Afis, es decir agentes entrenados para matar y madrear, durante un fallido operativo donde los agentes robaron mercancía a varios comerciantes de Santiago de Mexquititlán, municipio de Querétaro. Los comerciantes, como es lógico, se pusieron bravos y retuvieron a los agentes hasta que liquidaran lo sustraído. Jacinta tuvo la mala suerte de salir fotografiada en un periódico y eso marcó su destino. En venganza fue llevada con engaños a San Juan del Río donde fue encarcelada por el delito de “secuestro” y sentenciada a 21 años.

Jacinta carga la peor maldición a la que puede estar condenado un mexicano: ser mujer, indígena, pobre y analfabeta. La presión nacional e internacional consiguió que Jacinta quedara en libertad el pasado 16 de septiembre. Hoy está libre, pero mañana, ojalá que no, morirá de alguna enfermedad curable o ligada a su deficiente alimentación. “Usted disculpe”, le dijeron.

Irónicamente Jacinta celebrará de ahora en adelante su “día de la independencia” particular.


Imagen tomada de: http://oramosmex.files.wordpress.com/2009/03/jacinta2.jpg

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