lunes, junio 29, 2009

Trabajar en domingo

El día de ayer fui a trabajar. Al igual que los toreros, los sacerdotes y los locutores, también trabajo los domingos. Por lo general debo ir cada quince días al Centro Nacional de las Artes, ese zoológico de edificios —algunos absurdos como el Auditorio Blas Galindo, otros, costosos por el mantenimiento como el Elote de Legorreta—, para verificar que desde el punto de vista técnico y logístico (qué rimbombante), una orquesta sinfónica (para la cual trabajo) realice su temporada de conciertos sin sobresaltos. Ayer fue la última función del ballet “La Fierecilla domada”, con la Compañía Nacional de Danza, en el Teatro de las Artes. Salí de mi casa en el edificio Ermita a eso de las cuatro de la tarde. En domingo por lo general llego al CENART en menos de veinte minutos, lo que me permite revisar que atriles, sillas, practicables y partituras estén en su lugar. También verifico que antes de iniciar la orquesta esté completa, porque si falta una tuba o el oboe no puede comenzarse.
----------Decía, pues, que salí de mi casa y como no había comido me detuve en el café Kowloon de avenida Revolución y pedí un sándwich de pollo, que acompañé con una vaso de agua de Jamaica. Terminé de comer a las 4:20. Tenía aún 40 minutos para llegar a la función de las cinco. Afuera del Kowloon tomé un taxi y le pedí que me llevara a Tlalpan y Churubusco. Para llegar al CENART desde mi casa hay dos rutas posibles: la primera es ir todo derecho por Revolución, dar vuelta a la derecha en Río Mixcoac, pasar Insurgentes y seguir derecho por Río Churubusco hasta pasar Tlalpan y salir por la lateral del CENART. La otra vía es dar vuelta en el Distribuidor Vial San Antonio a la izquierda y seguir por el Eje 6 Sur, luego Ángel Urraza hasta Tlalpan, de ahí todo derecho hasta tomar la salida a Río Churubusco y de nuevo salir por la lateral del CENART.
----------Me dio buena vibra que prácticamente abordé al taxi al salir del Kowloon. No me gusta llegar justo cuando faltan cinco minutos para que empiecen las funciones, pero ayer fue uno de esos días en que por más que uno se apure siempre se hace tarde. El taxi no demoró ni cinco minutos en llega hasta el nuevo puente que pasa por encima de Extremadura, a la altura del metro Mixcoac. Cruzamos Insurgentes sin ningún problema. Me puse a leer un libro sobre Asesinos (que más tarde comentaré en esta misma bodega de textos abandonados) con la conciencia tranquila, pues como iban las cosas, llegaría con más de veinte minutos de anticipación. Sin embargo algo en el aire me hizo despegar los ojos del libro para mirar con detenimiento en primer puente de Río Churubusco, el que pasa por encima de Avenida Universidad. A una distancia de unos trescientos metros observaba la subida del puente, mientras que empezábamos a avanzar a menor velocidad. No tardé mucho en descubrir que ningún vehículo tomaba el puente. Más adelante, un cordón policiaco impedía el acceso, y la lateral se atascaba de vehículos: Río Churubusco estaba cerrado. ¿Las razones? Lo ignoraba. Al pasar avenida Universidad, tuve la ilusión de que la siguiente entrada estuviera abierta. Nada. También estaba cerrada. Lo raro era que los carriles centrales de Churubusco estaban vacíos. El nuevo concreto hidráulico disfrutaba de un domingo tranquilo. Una llamada telefónica me previno: no se puede entrar a Río Churubusco. La única opción era tomar Tlalpan. Entonces el taxista tomó una calle de Coyoacán hasta Xicoténcatl. Luego, continuamos todo derecho, dejamos atrás División del Norte y pasamos afuera del ex-convento de Churubusco, donde el general Xicoténcatl dijo: “Si hubiera parque ustedes no estarían aquí”. Me sentí identificado con la derrota del general cuando creí recordar vagamente que Marcelo Ebrard había amenazado con inaugurar el “Circuito Bicentenario”, que, para mi desgracia, incluye Río Churubusco. Ebrard dijo con orgullo que la obra se terminó con dos meses de anticipación, aunque según las crónicas, toda la madrugada se estuvo trabajando para dar los últimos toques a la magna obra. Conforme pasen los días nos iremos enterando de trabajos inconclusos, baches o montones de cascajo que se irá llevando el viento.

----------El reloj marcaba diez para las cinco cuando el taxista dio vuelta en Calzada Taxqueña. En ese momento ya nada me importaba. Iba a llegar tarde pasara lo que pasara. Me consolaba pensar que no sería el único. Sobre avenida Miramontes el taxi dio vuelta hacia Río Churubusco. Antes de llegar al cruce, varios vehículos ya circulaba por Churubusco. Dimos vuelta en “U” para tomar Tlalpan hacia el norte. La entrada a Churubusco ya estaba abierta. Me bajé en la puerta Norte del CENART y corrí: Eran las cinco y diez de la tarde. No estaba mal. A lo lejos observé a mi jefe y al director de la orquesta. También estaban indignados por el cierre de Río Churubusco para que “el pueblo” caminara o saliera a dar la vuelta en bicicleta. ¿Se vale llevar a cabo estas acciones en una ciudad con más de 2 millones de vehículos? ¿Se vale, además, cerrar Reforma para desquiciar, incluso los domingos, el tránsito en la ciudad? La creencia de que estas medidas, que pretenden que la gente haga suyo el “espacio público”, solo afecta a aquellos que tiene coche es falsa. Se afecta a miles de personas. ¿Qué beneficio se obtiene la cerrar vías primarias en toda la ciudad? ¿Cuánta gente acude a estos ciclotones? ¿Piensa Ebrard que inaugurando pistas de hielo en diciembre, albercas y playas en Semana Santa llegará a la grande? Su comportamiento es de presidente municipal, no de jefe de gobierno. Inaugura un tramo de 42 kilómetros como si hubiera acabado con la inseguridad en la capital. Y además lanza amenazas que me dejan frío: "No sólo es para los automóviles, vamos a compartir este concreto hidráulico para peatones, para ciclistas, para familias, así lo haremos cada semana". Cada semana, en fin, ahora tendré que salir más temprano de mi casa para ir a trabajar los domingos. Los gobiernos de izquierda emanados de PRD han conseguido grandes cosas: cerrar avenidas importantes para que unos cuantos “caminen” por donde en teoría transitan los coches; cerrar “antros” temprano para que la gente no beba en exceso, prohibir la “hora del amigo”, criminalizar jóvenes (News Divine).
----------Soy en desencantado de la izquierda, eso es evidente. Ahora, el único consuelo que me queda es la seguridad de que pasa lo que pase, el PRD no ocupará jamás la presidencia de este país. Es una lástima, pues hacía ya tiempo que la izquierda, cualquiera que sea el día de hoy su significado, debió de gobernar este país irredento. Pero no podrán, porque ellos solos se cierran los caminos, como ayer hizo Ebrard al cerrar más de 30 kilómetros en toda la ciudad.
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