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El acto de gritar revela un alto grado de neurosis, inconformidad, hartazgo, impotencia. El Grito de Independencia es ridículo y arcaico. Su repetición anual se ha vuelto parte de la liturgia indispensable de las normas y tradiciones del caduco sistema político mexicano, no exento de la pátina del mal gusto. Al abigarrado fondo de la plaza de la constitución —retratos de los “héroes” que se iluminan con foquitos de colores, puestos de fritangas, bebidas, banderas, sujetos vendiendo “toques” eléctricos o serigrafía tricolor de a peso—, la visión de un sujeto que grita “Viva México” y que recita hasta la afonía los nombres de los héroes que nos dieran patria (un amplio conjunto de perdedores), resulta, por decir lo menos, ofensiva, indigna.
El acto de gritar revela un alto grado de neurosis, inconformidad, hartazgo, impotencia. El Grito de Independencia es ridículo y arcaico. Su repetición anual se ha vuelto parte de la liturgia indispensable de las normas y tradiciones del caduco sistema político mexicano, no exento de la pátina del mal gusto. Al abigarrado fondo de la plaza de la constitución —retratos de los “héroes” que se iluminan con foquitos de colores, puestos de fritangas, bebidas, banderas, sujetos vendiendo “toques” eléctricos o serigrafía tricolor de a peso—, la visión de un sujeto que grita “Viva México” y que recita hasta la afonía los nombres de los héroes que nos dieran patria (un amplio conjunto de perdedores), resulta, por decir lo menos, ofensiva, indigna.
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Incluso para organizar una fiesta México crea comisiones. Y esas comisiones fallan, se pelean, se disuelven. Debido a que los gobiernos federal y de la ciudad de México no se hablan, cada quien jala por su lado. La última gran idea del gobierno del D.F. se denomina “Las Corregidoras”, grupo heterogéneo conformado por Susana Zavaleta, femme fatale de fingida y sobreactuada actitud; Amandititita, hija del extinto Rockdrigo González; Natalia Lafourcade, famosa por su breves y accidentadas actuaciones en festivales de rock como el Vive Latino; Regina Orozco, la Mega-bizcocho; Ely Guerra, eterna promesa del rock nacional; Cecilia Toussaint, ni fu ni fa, y Aurora y la Academia, sin comentarios. Estas mujeres actuarán a bordo de algunos autobuses de la Red de Transporte Público (RTP), y deleitarán a los pasajeros con sus grandes éxitos. ¿Cuánto cuesta adaptar los autobuses y dotarlos con pantallas de plasma para que las viandantes observen el “espectáculo” de “Las Corregidoras”? Lo cierto es que varias de estas féminas cerrarán con broche de oro sus actuaciones cantando en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, la noche del 15 de septiembre.
Incluso para organizar una fiesta México crea comisiones. Y esas comisiones fallan, se pelean, se disuelven. Debido a que los gobiernos federal y de la ciudad de México no se hablan, cada quien jala por su lado. La última gran idea del gobierno del D.F. se denomina “Las Corregidoras”, grupo heterogéneo conformado por Susana Zavaleta, femme fatale de fingida y sobreactuada actitud; Amandititita, hija del extinto Rockdrigo González; Natalia Lafourcade, famosa por su breves y accidentadas actuaciones en festivales de rock como el Vive Latino; Regina Orozco, la Mega-bizcocho; Ely Guerra, eterna promesa del rock nacional; Cecilia Toussaint, ni fu ni fa, y Aurora y la Academia, sin comentarios. Estas mujeres actuarán a bordo de algunos autobuses de la Red de Transporte Público (RTP), y deleitarán a los pasajeros con sus grandes éxitos. ¿Cuánto cuesta adaptar los autobuses y dotarlos con pantallas de plasma para que las viandantes observen el “espectáculo” de “Las Corregidoras”? Lo cierto es que varias de estas féminas cerrarán con broche de oro sus actuaciones cantando en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, la noche del 15 de septiembre.
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No quiero ser purista pero varias de ellas saldrán rayadas, pues su mediocre trayectoria jamás les hubiera permitido ni siquiera cantar como teloneras en el teatro Blanquita.
Debido a que en realidad no hay nada qué festejar, el nivel de los festejos se revela insignificante, muy por debajo del mínimo requerido.
No quiero ser purista pero varias de ellas saldrán rayadas, pues su mediocre trayectoria jamás les hubiera permitido ni siquiera cantar como teloneras en el teatro Blanquita.
Debido a que en realidad no hay nada qué festejar, el nivel de los festejos se revela insignificante, muy por debajo del mínimo requerido.
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Resulta conmovedor que, después de cantar arriba de un camión, tal y como lo hacen decenas de miles de desempleados o músicos frustrados, se alcancen escenarios como la sala Neza. Querer es poder, sin duda.
Resulta conmovedor que, después de cantar arriba de un camión, tal y como lo hacen decenas de miles de desempleados o músicos frustrados, se alcancen escenarios como la sala Neza. Querer es poder, sin duda.
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