jueves, agosto 06, 2009

El Vampiro Fronterizo.


Polo Polo es un cómico mexicano famoso por contar chistes de desenlaces francamente simplones, incluso malos, pero que debido a sus amplios y elaborados desarrollos, así como sus bien caracterizados personajes, hacen reír debido al uso indiscriminado de palabras altisonantes. Como humorista, podríamos hacer una comparación igual de simplista sin pretender herir a los puristas: Polo Polo narra chiste-novelas, cuya fuerza está en las historias en sí mismas y no en los finales o remates, como sucede en los cuentos. En ese sentido, Jo Jo Jorge Falcón sería un esteta del cuento-chiste.

El chiste del Vampiro Fronterizo es uno de sus más populares. Enlaza dos historias: por una parte, el protagonista de la historia es el propio Vampiro Fronterizo, quien en la línea divisoria que separa México de los Estados Unidos viola sin piedad a los paisanos que buscan en el norte su sueño americano. La segunda, cuenta la historia de una mujer regiomontana enferma a punto de fallecer. Recostada en la cama, recibe las atenciones de una madre afligida que no para de llorar e implorar al cielo, al tiempo que le suplica al marido de su hija, un ranchero gigantón, macho entre los machos, que vaya por el doctor del “otro lado”. El marido se niega a ir, a sabiendas de la leyenda del vampiro que corta flores masculinas en la desértica frontera. Entonces, un vecino que se halla ahí en calidad de metiche, le dice que hay un conjuro que exorciza al vampiro. El ranchero se aprende el conjuro, aborda su camioneta y cruza la línea divisoria. El Vampiro Fronterizo aparece, expone su enorme herramienta y el ranchero lanza el conjuro, seguro de su éxito. Una vez que termina de hablar, el Vampiro Fronterizo exclama: What? Fin de la historia.

El resumen anterior viene a cuento por una nota publicada en el periódico El Universal el 4 de agosto del presente, donde se informa de la captura de Jonathan Bleiweiss, ayudante del sheriff en el condado de Broward, en Miami. El oficial, condecorado como “el empleado del año”, dedicaba sus tiempos libres a seguirles la pista a jóvenes de entre 18 y treinta años de edad, todos inmigrantes indocumentados, y de quienes esta versión del Vampiro Fronterizo, poseía todos sus datos para localizarlos. No había sido denunciado por las víctimas por miedo a represalias y debido al orgullo del macho mancillado.

La conducta de Jonathan Bleiweiss revela severas anomalías sicológicas. Al violar migrantes, por definición personas débiles en el sentido de que carecen de la protección del estado, un sicólogo podría concluir que en la sique de Bleiweiss se desarrollaba la conducta del asesino o violador en serie, quien una vez que ha maniatado a sus víctimas, siente verdadero placer no por el acto de penetrar y eyacular, sino por el sometimiento en sí mismo. Porque, ¿no es más sencillo acudir a un antro gay a buscar pareja ocasional? Ojalá este hombre hubiera sabido de las prácticas cotidianas que se realizan en los últimos vagones del metro en la ciudad de México, sitios para el ligue y disfrute homosexuales. Toqueteos, sexo oral y penetraciones. ¿No le hubiera sido suficiente?

El nuevo Vampiro Fronterizo, desgraciadamente, es una historia de amplio desarrollo y final triste, indignante. Además del severo castigo que recibirá dentro del presidio si Jonathan Bleiweiss es hallado culpable, como dice un triste sujeto que se ostenta como embajador en no sé que país, este caso es otro vivo ejemplo de que a veces la realidad supera a la ficción.



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