miércoles, junio 24, 2009

La triste historia del Arco que no fue

Erase una vez, en un país que iba a celebrar dos fiestas, una por los doscientos años del inicio de la gesta histórica conocida como Independencia y cien años de la gesta histórica conocida como Revolución, que un comité se reunió a fin de dejar testimonio fehaciente de ambos acontecimientos para las generaciones futuras. “Gran ventaja hay…”, dijo el notable Uno, “…en que este pueblo decida cada cien años erigirse en cuerpo de guerra y acabe con sus tiranos a fin de instalar otros, puesto que, de esa forma, puede gastarse en una sola fiesta, diciendo que es por las dos”. “Es verdad lo que apuntas…”, contestó el notable Dos, “…que en esto hay ventajas económicas. No se sabe de ningún otro pueblo civilizado que con tanta precisión y puntualidad haya agendado con diferencia de cien años tan importantes fechas de su historia”. “Bueno, ¿y de qué manera habremos de celebrar tal visión a largo plazo?” preguntó el notable Tres ajustándose las gafas. “Porque hay que celebrarlo, ¿que no?”, remató. Los notables Uno y Dos movieron afirmativamente sus calvas cabezas y propusieron retirarse a sus aposentos a fin de pensar en el plazo de una semana, la mejor manera de inmortalizar la celebración que valía por dos.

-------Al término del plazo volvieron a reunirse, y durante largas horas expusieron sus ideas vehementemente, con la firme convicción de convencer a los otros dos de las bondades y beneficios de sus propuestas. Las horas pasaron y no lograban acuerdo alguno por las divergentes opiniones que sobre fiestas los tres poseían. Agotados ya por la fiereza de sus argumentos y la facilidad con que entre sí desbarataban sus argumentos, y viendo que ninguno daría su brazo a torcer, llegaron a la conclusión de que hasta para hacer fiestas era complicado ponerse de acuerdo. “Para ya no pelear utilicemos el trillado recurso del monumento, que por definición es obra arquitectónica que bien dispuesta y construida dura mucho y todos la ven”, dijo el notable Uno. “En verdad que tienes toda la boca llena de razón, que un monumento luce mucho y se ve bonito”, dijo el notable Dos. “Creo que hemos llegado a un acuerdo, mis amigos…”, dijo el notable Tres, “…y no hay monumento más bonito que un arco para celebrar”. “Construyamos, pues, un arco…”, dijo el notable Uno, “…que tienes razón cuando dices que el arco, por su sólida constitución es hermoso, y además porque en su construcción se conjunta el aprendizaje del hombre y el dominio de la gravedad”. Los tres notable se dieron la mano y un abrazo. Días después, redactaron una clara convocatoria en la que podía leerse que para conmemorar las dos fiestas que se avecinaban, se edificaría un único monumento para las dos, en un sitio que quedaba determinado gracias al buen número de monumentos que ya poseía, sin tomar en cuenta otros lugares que debido a la carencia de esta clase de edificaciones se hallaban en terrible situación.

-------Este hecho pareció no importarle mucho al trío de notables, quienes, en cambio, tomaron la decisión de invitar a aquellos que a su juicio podrían diseñar bellos arcos. Una vez compuesto el claustro de selectos arquitectos, los elegidos se encerraron cuarenta días y cuarenta noches analizando, proponiendo, esbozando, contemplando, desechando; analizando, proponiendo, esbozando, contemplando, desechando, así hasta llegar al resultado final de sus meditaciones y desvelos. La mayoría quedaron conformes con su trabajo, y descansaron satisfechos a la espera del fallo. Los notables, instruidos por otros menos notables pero hábiles en las artes de la arquitectura, observaron los trabajos y propuestas durante varias jornadas. Si bien no se desvelaron como los sufridos arquitectos que deshojaban el calendario a la espera del juicio final, se tomaron su tiempo para decidir.

---------Durante sus recorridos entre planos, maquetas y animaciones, contemplaron horrorizados que había arcos, arquitos, arcotes y un anillo; estanques que no habían pedido, tótems disparejos, cubos ahuecados, puentes peatonales. A pesar de todo, tomaron una difícil decisión. El día en que habían de dar a conocer al galardonado convocaron a la prensa, montaron un estrado, dispusieron de sillas, meseros y bebidas y se colocaron detrás de un atril. Abrieron un sobre entre los tres y el fallo resultó ofensivo para la mayoría de los sufridos arquitectos, para quienes el bono de varios miles de pesos resultó insuficiente para sus nunca sosegados egos. “La propuesta ganadora es el mejor monumento para la fiesta que celebrará dos acontecimientos”, dijo muy serio el notable Uno. “Las demás propuestas no nos convencen, aunque sean arcos”, dijo el notable Dos. “Por esa razón elegimos el monumento que no es arco, sino dos placas, porque de esa manera resolvemos el problema de construir un monumento para dos fiestas que es una: la placa uno será para la fiesta de Independencia y la placa dos para la Revolución", sentenció el notable Tres.

-------Así, los tres notables quedaron satisfechos con su fallo, a pesar de las airadas protestas de los que pensaron en arcos. Lo único que les quita un poco el sueño es la posibilidad de que al cumplirse los doscientos años de la primera fiesta y los cien de la segunda, el avanzado pueblo que cada centuria se erige en cuerpo de guerra añada una celebración más a las otras dos, lo cual, viéndolo bien, no importunaría la construcción del monumento que no es arco sino dos placas. Económicamente resultará más viable añadirle una tercera placa, resultando un solo monumento que conmemore tres fiestas y así sucesivamente, ad infiníutm.
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Para ver las 35 propuestas favor de visitar:
http://noticias.arquired.com.mx/shwArt.ared?idArt=99
Imagen tomada de:

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