lunes, junio 29, 2009

Trabajar en domingo

El día de ayer fui a trabajar. Al igual que los toreros, los sacerdotes y los locutores, también trabajo los domingos. Por lo general debo ir cada quince días al Centro Nacional de las Artes, ese zoológico de edificios —algunos absurdos como el Auditorio Blas Galindo, otros, costosos por el mantenimiento como el Elote de Legorreta—, para verificar que desde el punto de vista técnico y logístico (qué rimbombante), una orquesta sinfónica (para la cual trabajo) realice su temporada de conciertos sin sobresaltos. Ayer fue la última función del ballet “La Fierecilla domada”, con la Compañía Nacional de Danza, en el Teatro de las Artes. Salí de mi casa en el edificio Ermita a eso de las cuatro de la tarde. En domingo por lo general llego al CENART en menos de veinte minutos, lo que me permite revisar que atriles, sillas, practicables y partituras estén en su lugar. También verifico que antes de iniciar la orquesta esté completa, porque si falta una tuba o el oboe no puede comenzarse.
----------Decía, pues, que salí de mi casa y como no había comido me detuve en el café Kowloon de avenida Revolución y pedí un sándwich de pollo, que acompañé con una vaso de agua de Jamaica. Terminé de comer a las 4:20. Tenía aún 40 minutos para llegar a la función de las cinco. Afuera del Kowloon tomé un taxi y le pedí que me llevara a Tlalpan y Churubusco. Para llegar al CENART desde mi casa hay dos rutas posibles: la primera es ir todo derecho por Revolución, dar vuelta a la derecha en Río Mixcoac, pasar Insurgentes y seguir derecho por Río Churubusco hasta pasar Tlalpan y salir por la lateral del CENART. La otra vía es dar vuelta en el Distribuidor Vial San Antonio a la izquierda y seguir por el Eje 6 Sur, luego Ángel Urraza hasta Tlalpan, de ahí todo derecho hasta tomar la salida a Río Churubusco y de nuevo salir por la lateral del CENART.
----------Me dio buena vibra que prácticamente abordé al taxi al salir del Kowloon. No me gusta llegar justo cuando faltan cinco minutos para que empiecen las funciones, pero ayer fue uno de esos días en que por más que uno se apure siempre se hace tarde. El taxi no demoró ni cinco minutos en llega hasta el nuevo puente que pasa por encima de Extremadura, a la altura del metro Mixcoac. Cruzamos Insurgentes sin ningún problema. Me puse a leer un libro sobre Asesinos (que más tarde comentaré en esta misma bodega de textos abandonados) con la conciencia tranquila, pues como iban las cosas, llegaría con más de veinte minutos de anticipación. Sin embargo algo en el aire me hizo despegar los ojos del libro para mirar con detenimiento en primer puente de Río Churubusco, el que pasa por encima de Avenida Universidad. A una distancia de unos trescientos metros observaba la subida del puente, mientras que empezábamos a avanzar a menor velocidad. No tardé mucho en descubrir que ningún vehículo tomaba el puente. Más adelante, un cordón policiaco impedía el acceso, y la lateral se atascaba de vehículos: Río Churubusco estaba cerrado. ¿Las razones? Lo ignoraba. Al pasar avenida Universidad, tuve la ilusión de que la siguiente entrada estuviera abierta. Nada. También estaba cerrada. Lo raro era que los carriles centrales de Churubusco estaban vacíos. El nuevo concreto hidráulico disfrutaba de un domingo tranquilo. Una llamada telefónica me previno: no se puede entrar a Río Churubusco. La única opción era tomar Tlalpan. Entonces el taxista tomó una calle de Coyoacán hasta Xicoténcatl. Luego, continuamos todo derecho, dejamos atrás División del Norte y pasamos afuera del ex-convento de Churubusco, donde el general Xicoténcatl dijo: “Si hubiera parque ustedes no estarían aquí”. Me sentí identificado con la derrota del general cuando creí recordar vagamente que Marcelo Ebrard había amenazado con inaugurar el “Circuito Bicentenario”, que, para mi desgracia, incluye Río Churubusco. Ebrard dijo con orgullo que la obra se terminó con dos meses de anticipación, aunque según las crónicas, toda la madrugada se estuvo trabajando para dar los últimos toques a la magna obra. Conforme pasen los días nos iremos enterando de trabajos inconclusos, baches o montones de cascajo que se irá llevando el viento.

----------El reloj marcaba diez para las cinco cuando el taxista dio vuelta en Calzada Taxqueña. En ese momento ya nada me importaba. Iba a llegar tarde pasara lo que pasara. Me consolaba pensar que no sería el único. Sobre avenida Miramontes el taxi dio vuelta hacia Río Churubusco. Antes de llegar al cruce, varios vehículos ya circulaba por Churubusco. Dimos vuelta en “U” para tomar Tlalpan hacia el norte. La entrada a Churubusco ya estaba abierta. Me bajé en la puerta Norte del CENART y corrí: Eran las cinco y diez de la tarde. No estaba mal. A lo lejos observé a mi jefe y al director de la orquesta. También estaban indignados por el cierre de Río Churubusco para que “el pueblo” caminara o saliera a dar la vuelta en bicicleta. ¿Se vale llevar a cabo estas acciones en una ciudad con más de 2 millones de vehículos? ¿Se vale, además, cerrar Reforma para desquiciar, incluso los domingos, el tránsito en la ciudad? La creencia de que estas medidas, que pretenden que la gente haga suyo el “espacio público”, solo afecta a aquellos que tiene coche es falsa. Se afecta a miles de personas. ¿Qué beneficio se obtiene la cerrar vías primarias en toda la ciudad? ¿Cuánta gente acude a estos ciclotones? ¿Piensa Ebrard que inaugurando pistas de hielo en diciembre, albercas y playas en Semana Santa llegará a la grande? Su comportamiento es de presidente municipal, no de jefe de gobierno. Inaugura un tramo de 42 kilómetros como si hubiera acabado con la inseguridad en la capital. Y además lanza amenazas que me dejan frío: "No sólo es para los automóviles, vamos a compartir este concreto hidráulico para peatones, para ciclistas, para familias, así lo haremos cada semana". Cada semana, en fin, ahora tendré que salir más temprano de mi casa para ir a trabajar los domingos. Los gobiernos de izquierda emanados de PRD han conseguido grandes cosas: cerrar avenidas importantes para que unos cuantos “caminen” por donde en teoría transitan los coches; cerrar “antros” temprano para que la gente no beba en exceso, prohibir la “hora del amigo”, criminalizar jóvenes (News Divine).
----------Soy en desencantado de la izquierda, eso es evidente. Ahora, el único consuelo que me queda es la seguridad de que pasa lo que pase, el PRD no ocupará jamás la presidencia de este país. Es una lástima, pues hacía ya tiempo que la izquierda, cualquiera que sea el día de hoy su significado, debió de gobernar este país irredento. Pero no podrán, porque ellos solos se cierran los caminos, como ayer hizo Ebrard al cerrar más de 30 kilómetros en toda la ciudad.
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sábado, junio 27, 2009

Policías

Además de peligroso y mal pagado, el oficio de policía no es bien visto por la sociedad. La estirpe de los uniformados también posee una categoría taxonómica en la que se agrupan, entre otros, bomberos, carteros, paramédicos, meseros (de restoranes finos), sirvientas (de casas ricas), y barrenderos. Los policías ocupan el último sitio de la clasificación general, al nivel de los animales necrófagos o carroñeros, sobre todo por su tendencia a completar la quincena con mordidas.

----------El cartero celebra su día recibiendo dinero de los vecinos a quienes sirve; el barrendero tiene la posibilidad de amueblar su casa cuando propietario o inquilino cambia el mobiliario; los bomberos, que se imponen con sobrada ventaja en las encuestas que califican el desempeño de los servidores públicos, cierran el desfile del 20 de noviembre. El policía, en cambio, celebra su día (19 de diciembre) en compañía de los suyos, los de su especie, en manada; le reconocen y premian sus iguales, nunca los ciudadanos a los que protege.

----------Cuando acude al auxilio de una llamada, se teme su actuación, pues puede estar coludido con los asaltantes o ser el mismísimo líder de la banda. En ocasiones, los policías sucumben al deseo de conservar evidencia criminal para sí mismos: hace unos días, tras el robo de una joyería en la ciudad de México, una cámara de seguridad grabó a un policía que, con linterna en mano, mientras verificaba que los ladrones no continuaran dentro del local, se guarda un anillo. Hoy el policía incauto descansa en la cárcel.

----------Los sonidos que caracterizan cada oficio, revelan el grado de respeto que se les tiene de acuerdo a las reacciones que provocan. La sirena del camión de bomberos no indigna. Ningún ciudadano duda de la veracidad del fuego al que se dirige el honorable cuerpo; algunos se santiguan al paso del camión cisterna: toda la gente desea que la escuadra vuelva completa y entera al cuartel. La campana de la basura puede ser molesta por su repiqueteo incansable y continuo, pero es preferible escucharla a las siete de la mañana que soportar el hedor de la basura descompuesta. El cartero acompaña sus repartos con un silbato, sonido al que se le asocia con la llegada de buenas noticias. Emparentado con los ángeles que conducen la buena nueva, al cartero jamás se le reclama el contenido adverso de una misiva: es un mero instrumento de los hados.

----------Cuando la patrulla de policía hace sonar su sirena la ciudadanía monta en cólera: “Puro cuento”, dicen; “Pinches payasos”, vociferan; “Ahí van esos perros”, sentencian. En este rubro, sólo las sirenas de las ambulancias les hacen la competencia en descrédito. Además de su pistola, guantes y macana, el policía de tránsito utiliza un silbato. Su sonido hiere a los automovilistas. Las florituras que cada oficial realiza para animar el tránsito y a sí mismo, por más compleja que sea su estructura armónica, a ojos de los miles de conductores no serán otra cosas que las invenciones de un paria de la sociedad, cercano al payaso de crucero o al tragafuegos.
El policía ha hecho de la mentada de madre la voz de su conciencia. A donde quiera que camine, la ofensa lo sigue, lo acecha. Cualquier acción que lleve a cabo, aunque beneficie a las mayorías, le valdrá la mentada de madre de las minorías que han visto la transición de las luces del semáforo del verde al rojo cinco veces sin avanzar ni un centímetro.

----------El uniforme del policía ha mutado más veces que cualquier especia en la tierra. Los cambios tienen por objeto mejorar su aspecto e imagen ante la sociedad, pero los resultados son nefastos. En los años setenta y parte de los ochenta, durante el reinado de Arturo “El Negro” Durazo, el uniforme del policía era de color azul cielo, un tono limpio que contrastaba con el reino de corrupción e impunidad que cientos de comandantes habían organizado según los dictados de “el Negro”. Al caer en desgracia el más célebre de los jefes policiales, el uniforme se volvió azul marino, con lo que la ciudadanía identificaba a sus protectores como “pitufos”.

----------Ya para los noventa, a modo de revival u onda retro, el policía volvió a usar su terno en colores ocres, como en los años cuarenta-cincuenta: camisola color tabaco, pantalón beige y quepí combinado con los colores anteriores. De nueva cuanta fueron bautizados como “tamarindos”. Bajo el sol abrasador del verano, los policías sudaban la gota gorda; en época de lluvias, los pantalones beige adquirían un tono más oscuro, similar al que provocan las micciones involuntarias. La combinación, además, hacía verse más gordos a los oficiales con sobrepeso, otra característica y, al parecer, requisito de admisión para ser policía.

----------En la actualidad el uniforme combina la camisola azul marino y pantalones gris oxford, y se ha dotado al quepí de una banda cuadriculada en blanco y negro, como un tablero de ajedrez, que recuerda a los policías de Londres, así como de un chaleco en verde fosforescente “para que resalten”.

----------Policías, cuicos, gendarmes, azules, tecolotes, policletos. De la forma como se les llame, serán siempre objeto de burlas, groserías, golpes y balazos. Oficio de mestizos, ser policía marca la diferencia entre morirse de hambre en el campo, entre maizales arrasados, o morir durante un cateo o refriega. De cualquiera de las dos formas, por su escaso nivel cultural y su estrecho criterio, son blancos fáciles para la sorna, la desobediencia o la pólvora. Basados en el código genético nazi-mexicano, ¿quién habría de hacerle caso a un policía prieto, chaparro y gordo que dice “haiga” o “fuistes”?
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jueves, junio 25, 2009

Michael Jackson (1958-2009)

Miembro destacado de la realeza musical, el segundo artista ungido como rey, vendió más discos que nadie, grabó el video más largo y famoso de la historia del pop, bailó miles de kilómetros en centenares de escenarios en todo el mundo, impuso moda y estilo, compró el catálogo de los Beatles, se casó con la hija del primer rey, enamoró menores de edad y se dio el lujo de combinar calcetines blancos con mocasines negros y nadie, nunca, lo tildó de naco.
Eso es trascendencia.

miércoles, junio 24, 2009

La triste historia del Arco que no fue

Erase una vez, en un país que iba a celebrar dos fiestas, una por los doscientos años del inicio de la gesta histórica conocida como Independencia y cien años de la gesta histórica conocida como Revolución, que un comité se reunió a fin de dejar testimonio fehaciente de ambos acontecimientos para las generaciones futuras. “Gran ventaja hay…”, dijo el notable Uno, “…en que este pueblo decida cada cien años erigirse en cuerpo de guerra y acabe con sus tiranos a fin de instalar otros, puesto que, de esa forma, puede gastarse en una sola fiesta, diciendo que es por las dos”. “Es verdad lo que apuntas…”, contestó el notable Dos, “…que en esto hay ventajas económicas. No se sabe de ningún otro pueblo civilizado que con tanta precisión y puntualidad haya agendado con diferencia de cien años tan importantes fechas de su historia”. “Bueno, ¿y de qué manera habremos de celebrar tal visión a largo plazo?” preguntó el notable Tres ajustándose las gafas. “Porque hay que celebrarlo, ¿que no?”, remató. Los notables Uno y Dos movieron afirmativamente sus calvas cabezas y propusieron retirarse a sus aposentos a fin de pensar en el plazo de una semana, la mejor manera de inmortalizar la celebración que valía por dos.

-------Al término del plazo volvieron a reunirse, y durante largas horas expusieron sus ideas vehementemente, con la firme convicción de convencer a los otros dos de las bondades y beneficios de sus propuestas. Las horas pasaron y no lograban acuerdo alguno por las divergentes opiniones que sobre fiestas los tres poseían. Agotados ya por la fiereza de sus argumentos y la facilidad con que entre sí desbarataban sus argumentos, y viendo que ninguno daría su brazo a torcer, llegaron a la conclusión de que hasta para hacer fiestas era complicado ponerse de acuerdo. “Para ya no pelear utilicemos el trillado recurso del monumento, que por definición es obra arquitectónica que bien dispuesta y construida dura mucho y todos la ven”, dijo el notable Uno. “En verdad que tienes toda la boca llena de razón, que un monumento luce mucho y se ve bonito”, dijo el notable Dos. “Creo que hemos llegado a un acuerdo, mis amigos…”, dijo el notable Tres, “…y no hay monumento más bonito que un arco para celebrar”. “Construyamos, pues, un arco…”, dijo el notable Uno, “…que tienes razón cuando dices que el arco, por su sólida constitución es hermoso, y además porque en su construcción se conjunta el aprendizaje del hombre y el dominio de la gravedad”. Los tres notable se dieron la mano y un abrazo. Días después, redactaron una clara convocatoria en la que podía leerse que para conmemorar las dos fiestas que se avecinaban, se edificaría un único monumento para las dos, en un sitio que quedaba determinado gracias al buen número de monumentos que ya poseía, sin tomar en cuenta otros lugares que debido a la carencia de esta clase de edificaciones se hallaban en terrible situación.

-------Este hecho pareció no importarle mucho al trío de notables, quienes, en cambio, tomaron la decisión de invitar a aquellos que a su juicio podrían diseñar bellos arcos. Una vez compuesto el claustro de selectos arquitectos, los elegidos se encerraron cuarenta días y cuarenta noches analizando, proponiendo, esbozando, contemplando, desechando; analizando, proponiendo, esbozando, contemplando, desechando, así hasta llegar al resultado final de sus meditaciones y desvelos. La mayoría quedaron conformes con su trabajo, y descansaron satisfechos a la espera del fallo. Los notables, instruidos por otros menos notables pero hábiles en las artes de la arquitectura, observaron los trabajos y propuestas durante varias jornadas. Si bien no se desvelaron como los sufridos arquitectos que deshojaban el calendario a la espera del juicio final, se tomaron su tiempo para decidir.

---------Durante sus recorridos entre planos, maquetas y animaciones, contemplaron horrorizados que había arcos, arquitos, arcotes y un anillo; estanques que no habían pedido, tótems disparejos, cubos ahuecados, puentes peatonales. A pesar de todo, tomaron una difícil decisión. El día en que habían de dar a conocer al galardonado convocaron a la prensa, montaron un estrado, dispusieron de sillas, meseros y bebidas y se colocaron detrás de un atril. Abrieron un sobre entre los tres y el fallo resultó ofensivo para la mayoría de los sufridos arquitectos, para quienes el bono de varios miles de pesos resultó insuficiente para sus nunca sosegados egos. “La propuesta ganadora es el mejor monumento para la fiesta que celebrará dos acontecimientos”, dijo muy serio el notable Uno. “Las demás propuestas no nos convencen, aunque sean arcos”, dijo el notable Dos. “Por esa razón elegimos el monumento que no es arco, sino dos placas, porque de esa manera resolvemos el problema de construir un monumento para dos fiestas que es una: la placa uno será para la fiesta de Independencia y la placa dos para la Revolución", sentenció el notable Tres.

-------Así, los tres notables quedaron satisfechos con su fallo, a pesar de las airadas protestas de los que pensaron en arcos. Lo único que les quita un poco el sueño es la posibilidad de que al cumplirse los doscientos años de la primera fiesta y los cien de la segunda, el avanzado pueblo que cada centuria se erige en cuerpo de guerra añada una celebración más a las otras dos, lo cual, viéndolo bien, no importunaría la construcción del monumento que no es arco sino dos placas. Económicamente resultará más viable añadirle una tercera placa, resultando un solo monumento que conmemore tres fiestas y así sucesivamente, ad infiníutm.
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Para ver las 35 propuestas favor de visitar:
http://noticias.arquired.com.mx/shwArt.ared?idArt=99
Imagen tomada de:

martes, junio 23, 2009

Juanito 2009

Si algo debemos a las costosas campañas electorales es que nos permiten conocer a personalidades del show político, que en otros contextos pasarían desapercibidas. Es el caso de Juanito, candidato del Partido del Trabajo (PT) por la delegación Iztapalapa. Su efímera fama se debe a que hace unos días, López Obrador encontró el mecanismo para hacer que Clara Brugada, candidata del PRD por la misma delegación, aspire al triunfo luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le quitara la candidatura por irregularidades cometidas durante la votación interna del PRD para elegir candidato. El Peje, cobijado por una asamblea que aprobó su propuesta cuasi salomónica —y de la que ignoramos el número de miembros—, pidió a la gente de Iztapalapa que no voten por Clara Brugada (ocurre que las boletas para la elección del 5 de julio ya se han impreso), porque si lo hacen la ganadora será Silvia Oliva, la impugnadora. En vez de votar por el PRD ha sugerido que lo hagan por Juanito, quien de resultar triunfador renunciará al cargo a favor de Clara Brugada. Marcelo Ebrard, a su vez, aceptará la renuncia y sugerirá a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal que aprueben el nombramiento de Clara Brugada. Este galimatías es digno de una buena comedia de enredos protagonizada por Cantinflas o Tin-Tan porque ofrece varias situaciones absurdas:

El Peje, miembro del PRD, pide que en Iztapalapa no se vote por Clara Brugada (PRD) porque a pesar de que en las boletas aparecen su rosto y su nombre, los votos serán para Silvia Oliva (PRD); en lugar de eso hay que votar por Juanito (PT), que antes era militante del PRD, quien en caso de ganar renunciará a favor de Clara Brugada (PRD). ¿Queda claro?

Juanito no se llama así: responde al nombre de Rafael Acosta, apelativo más bien nimio, pero le apodan Juanito porque en su juventud dirigía un equipo infantil de futbol bautizado como “Los Juanitos”. Habrá que esperar los resultados del próximo 5 de julio para saber si Juanito es capaz de hacer la “hombrada”, o si el PRD perderá su bastión político más importante, la demarcación más grande y poblada del D.F.

En lo personal creo que no ganará debido al sino de los Juanes, que se define por haber participado en algún momento o instante histórico, de manera absurda, chusca o accidental, y que otorga cierta fama duradera o warholiana:


1. Juanito Farías (cantante infantil): Apodado el “Campeón sin corona” (sobrenombre que remite a Rodolfo “el Chango” Casanova, otro gran ilustre perdedor nacional). Este muchacho, a pesar de ser favorito para ganar el festival “Juguemos a Cantar”, organizado por Televisa en los años ochenta, se quedó en la “orillita”, “no ganó por un pelito” pero “cayó con la frente en alto”. Ha dejado para la posteridad la pieza “Caballo de palo”, canción de toque navideño-nostálgico (emparentada con Triste Navidad, de Rigo Tovar) sobre cómo se vive la navidad en medio de la pobreza urbana.

2. Juan Bautista Pascacio Escutia y Martínez, conocido como Juan Escutia (héroe mitológico nacional). Joven cadete “agregado” del Colegio Militar que combatió a las tropas estadunidenses en el Castillo de Chapultepec durante la Invasión de 1847. Ha dejado para la posteridad una de los más grandes relatos de la historia oficial, al mismo nivel que el “Pípila” y el “Niño Artillero”: al verse copado por el numeroso invasor, se arropó con el lábaro patrio y se lanzó al vacío, para que la insignia tricolor no cayera en manos del enemigo (nadie le avisó que los gringos no querían la bandera, sino la mitad del territorio nacional). Vendió cara su derrota.

3. Juan José de los Reyes Martínez Amaro (héroe mitológico nacional). Mejor conocido como “El Pípila”, a Juan José se le debe una interpretación muy a la mexicana de los carros blindados ideados por Leonardo D’Vinci, que en el siglo XX llegarían a conocerse como tanques de guerra. Su anhelo de libertad le hizo soportar sobre su espalda una pesada losa de piedra que lo protegió de la tenaz lluvia de balas y pedradas que los gachupines le lanzaron, desde la inexpugnable Alhóndiga de Granaditas, la versión novohispana de la Bastilla. Ha dejado para la posteridad un expresivo ejemplo de los alcances en materia de improvisación y de obtención de resultados cuando se trabaja bajo presión.

4. Juanito 70 (mascota nacional). Imagen de la modernidad mexicana de los años setenta. Vestido con el uniforme tricolor y ataviado con un pesado sombrero de charro, Juanito 70 cambió para siempre el arquetipo mexicano del sombrerudo cubierto con un sarape descansando sobre un nopal.
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Solicitamos a los escasos lectores del presente blog, que nos manden otros Juanitos como los enumerados anteriormente.
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Juanito Farías fue tomado de: http://i.ytimg.com/vi/wWlGUKjEeU4/2.jpg

viernes, junio 19, 2009

Días de otoño revisited


Para quienes no hayan visto esta gran película mexicana de 1962, estelarizada por Pina Pellicer, —actriz mexicana que se suicidó por razones desconocidas y cuya memoria ha caído en el olvido—, e Ignacio López Tarso, la historia es la siguiente: Luisa (Pellicer) es una chica pueblerina que llega a la ciudad y es contratada en una pastelería que administra don Albino (López Tarso). Al advertir el interés que despierta en éste último, Luisa revela de buenas a primeras que está a punto de casarse con Carlos, un chofer que trabaja en una casa rica. Lo curioso es que hasta ese momento nos enteramos que el corazón de Luisa tiene dueño. Don Albino, un viudo joven con hijos, no tiene más remedio que aceptar las cosas y seguir contemplando todos los días a Luisa, quien desde ese momento inicia una carrera onírica imparable: luego de ser dejada vestida y alborotada en el altar (Carlos en realidad está casado y Luisa fue su detalle), no puede permitirse ser el hazmerreír de sus conocidos ni aceptar su cruel destino.

Entonces inventa que se ha casado con Carlos, se retrata vestida de novia, paga un fotomontaje para aparecer feliz junto a su marido y desaparece por unos días bajo el pretexto de la luna de miel en Veracruz. Tiempo después, cada vez que sus compañeras de la pastelería le preguntan por Carlos, ella les responde que ha salido de viaje con sus patrones. A tal grado llegan sus cuentos que se "embaraza" colocándose cojines en el vientre. Cuando llega la hora del nacimiento, Luisa se marcha a Monterrey para tener al niño. Un buen día regresa al trabajo, sus compañeras desean conocer al retoño, pero Luisa se las arregla para que esto nunca ocurra.

En una escena memorable, Luisa le pide a un caricaturista callejero que le dibuje a su “hijo”, basándose en otros modelos o retratos que cuelgan de un hilacho. Con el retrato a carboncillo, Luisa se lo muestra a sus compañeras, quienes admiran la simpatía del niño y le preguntan cuándo habrán de conocerlo por fin, pero ella contesta que su marido se lo ha llevado a Monterrey, con sus abuelos. Al final, Luisa, quien ya no distingue la realidad de la fantasía, "mata" a Carlos por tenerla “tan abandonada” (arroja el retrato de bodas apócrifo al suelo), y como ya no puede seguir sosteniendo el tinglado, luego de ser encarada por don Albino quien descubre que miente respecto a algunas situaciones (detalle ambiguo en la película), decide dejarse de cuentos y afrontar la realidad. Esa noche, tras reunir la ropa y los juguetes de su "hijo" dentro de un moisés, Luisa los deposita en la entrada de una casa cuna. Mientras se aleja en la oscuridad, sonriendo, piensa: “No acabará la esperanza”.

La película está basada en un cuento de Bruno Traven titulado "Frustration", dirigida por Roberto Gavaldón, quien también filmó Macario (1959), otra historia de Traven, estelariza por la dupla Pellicer-López Tarso.

Esta grosera sinopsis cinematográfica, escrita casi de memoria pues la película no se encuentra a la venta (quizá los piratas la atesoren, pero prefiero no preguntarles), y hace mucho que no la pasan en De película, viene a cuento por el rapto de un bebé del hospital General de la Ciudad de México. El desenlace, por fortuna, le da brillo a la policía capitalina por unos días, hace feliz a la madre de la niña y a la sociedad en general, que se escandaliza con este tipo de delitos.

Las investigaciones revelan que los raptores, Eleonor Marín, empleada del mismo hospital, y su marido, Arturo Calderón, ante la imposibilidad de tener hijos inventaron a sus familiares que ella estaba embarazada y que daría a luz a mediados de julio. La pista que llevó a su captura fue un teléfono celular olvidado por la raptora en el Hospital General, y en el que fue hallado un video donde la seudo-madre aparece recostada sobre una cama y muestra la panza siguiendo las instrucciones de su marido, quien dice que el video lo está tomando para mostrárselo al bebé cuando crezca y darle certeza de que estuvo en el vientre de Eleonor.

La película de Gavaldón muestra a una Isabel a quien la soledad, el abandono y el engaño de un hombre, la orillan a montar una mascarada patética que termina devorándola. La vida real siempre es más cruda e incluso podríamos afirmar que se nutre de la ficción. ¿Qué hace que una pareja, ante la imposibilidad de la concepción, invente un embarazo y planee robar un bebé? Para darle mayor realismo al seudo-embarazo, Eleonor Marín se dejó engordar, y había acondicionado una recámara para su hijo. ¿Locura o crimen? De haber actuado sola podría deducirse algún padecimiento mental derivado de la infertilidad y del deseo enfermizo de concebir, pero al hacerlo en complicidad con su marido la cosa cambia. ¿Se trata de dos personas que enloquecieron por ser infértiles? ¿El deseo de una persona puede ser tan fuerte y volverse una patología contagiosa que envuelve al otro? Del caso aún faltan cosas por esclarecer, como el resto del plan de los plagiarios, quienes se habían refugiado en un hotel de paso de la avenida Zaragoza. ¿En qué hospital se atendería Eleonora para tener al “niño”? ¿Viajarían a Monterrey como en Días de otoño? ¿Falsificarían documentos para mostrarlos a sus familiares como prueba contundente de su paternidad?

Las noticias en los medios no ahondarán más en el caso de Eleonor y Arturo para conocer su condición sicológica o los mecanismo internos que los hicieron actuar así. Más tarde o más temprano algún otro delito o matazón nos hará olvidar que el crimen que los unió para tener un hijo, los separará cuando sean llevados a cárceles distintas.

p.d.
Para los curiosos, Días de otoño puede verse completa en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=s-jotE4Vvik&NR=1